lunes, 11 de julio de 2016

DE SECRETOS Y GENIOS

                                   
 Como no alucinar cuando las dos primeras paginas de un libro te cuentan esta historia sobre los seres humanos.
Casi sin dormir  para poder acabarlo cuanto antes y sacar mil notas mas.

El dios menor Meter McNab
Poco después de haber creado a la Humanidad, los dioses se
dieron cuenta de su error. Las criaturas que ellos habían creado
eran muy listas, ocurrentes, llenas de recursos, de habilidades,
con una gran curiosidad por saber y un espíritu libre
decidido a curiosear y explorar la posibilidad. Esto suponía
que sería sólo cuestión de tiempo que comenzasen a desafiar
la supremacía de los dioses.
Con el fin de asegurarse su preeminencia, los dioses organizaron
un congreso para discutir el tema. Muchos fueron
los dioses que acudieron desde mundos conocidos y desconocidos.
Los debates fueron largos, puntillosos, animosos y muy espirituales.
Todos los dioses tenían muy claro una cosa: la diferencia
entre los mortales y ellos, los
dioses, se basaba en la calidad
de los recursos o habilidades que ellos tenían. Mientras los
humanos tenían ego y estaban preocupados por el aspecto
externo y material del mundo, los dioses tenían espíritu,
alma, discernimiento y se centraban en su yo interior, nada
les importaba más que su desarrollo espiritual.
El peligro residía en que, tarde o temprano, los humanos
también querrían esto.
Los dioses decidieron esconder sus preciados dones. Ahora
bien, la cuestión era... ¿dónde? Esto fue lo que creó apasionados
y largos discursos en la gran conferencia que sostuvieron los dioses.
Algunos sugirieron esconder estos recursos en la cima de
la montaña más alta. Pero se
dieron cuenta de que, tarde o
temprano, acabarían por escalar la montaña.
Hasta en el cráter más profundo de la sima más profunda
del océano más profundo acabarían por hallarlos.
Y las minas serían excavadas.
Y las junglas más impenetrables acabarían por revelar sus secretos.
Y los pájaros mecánicos llegarían a explorar el espacio.
Y la luna y los planetas acabarían por ser destinos turísticos.
Hasta el más sabio y el más creativo de los dioses se quedó
callado, como si ya no hubiese más avenidas que explorar
ni más ideas que encontrar.
En eso que un dios menor, que hasta entonces había permanecido
callado, habló: «¿Por qué no escondemos esos recursos dentro de cada
humano? Nunca se les ocurrirá buscar allí». 
"El secreto esta en el genio" Rosetta Forner.

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