viernes, 29 de mayo de 2015

MIS LAGRIMAS DE HOY

          
Siempre he sabido que soy una llorona, no puedo ver una noticia triste sin que mis ojos se llenen de lágrimas, me siento incapaz de escuchar un discurso en una boda sin emocionar y no quiero contaros lo que es para mi ver una película con momentos trágicos.
Pero soy así, y en el fondo me gusta.
Si un día no me emocionara al ver a una madre pidiendo ayuda para su hijo que sufre una enfermedad rara o no se me pusiese un nudo en el estomago cuando alguien me habla con nostalgia de un ser querido fallecido, sentiría que he perdido una parte de mi esencia.
Es como dejar de creer en las personas, en las buenas obras, en la Navidad, en la solidaridad.
Bueno pues todo esto viene de nuevo a mi cabeza porque esta mañana leyendo un articulo de Carmen Amoraga me he puesto a llorar y a plantearme mis actitudes diarias.
Que bueno saber escribir cosas que lleguen al corazón de las personas.
Os dejo el articulo ara que veáis que efecto tiene en vosotros.

 "Piensa si hoy, si ahora, si este instante, fuera el último de tu vida y lo supieras. Qué harías. Qué dirías. A quién. Quién sabe. Piensa si este instante fuera el último de tu vida y no lo supieras. Qué harías. Qué dirías. A quién. Probablemente, lo de siempre. Reñirías a tu hija mayor porque remolonea en la cama antes de levantarse, y refunfuñarías porque tu marido no ha metido la taza del desayuno en el lavavajillas. No mirarías al cielo ni te asombrarías por la mágica luz que tiene la mañana, ni por ese pájaro que vuela, ni por ninguno de esos otros prodigios pequeños que ocurren a diario sin que de verdad los valoremos.
No abrazarías a tu hija pequeña porque es tarde y centras todos tus esfuerzos en que se vista con el uniforme y no con el vestido de la princesa Elsa. No mirarías a los ojos de la mayor, que ya ha bajado de la cama y se ha puesto la ropa y te dice que no quiere desayunar la leche y quiere otra cosa, porque estás liada contestando emails y mensajes de móvil, porque aunque estás todavía en pijama estás trabajando desde hace un par de horas. No dedicarías unos minutos a jugar a maquillar a tu hija pequeña, por mucho que te lo suplica en el baño mientras tú te das un repaso rápido frente al espejo. Como mucho, te agachas y finges que le has puesto carmín en los labios y le dices: "Hala, qué guapa estás".
No llamarías a tu madre. No abrazarías a tu marido. No escribirías una nota de agradecimiento para todas las personas que te han hecho feliz ni cerrarías los ojos para ver de nuevo, como en una película, los mejores momentos de tu vida. La vez que de pequeña le diste un beso al futbolista del que estabas enamorada mientras te firmaba un autógrafo. Esa noche de fiesta, en la universidad, de la que todavía os acordáis. El primer beso con ese chico que te gustaba tanto. El día que entraste a trabajar en el sitio en el que soñabas cuando estudiabas. Esa noche en María la Gorda que acabasteis en el agua, borrachos y desnudos. Esa mañana que miraste dormir a un hombre a tu lado y te diste cuenta de que querías tener hijos con él. El nacimiento de la mayor. El de la pequeña. El último abrazo que diste a tu padre. O lo que sea. No harías nada de eso. Vivirías como si la vida fuera una barra libre que no tuviera fin. Y, sin embargo, las cosas se acaban. De un momento para otro.
Cuando se hicieron públicas las llamadas de aquellos que pudieron utilizar sus teléfonos móviles desde los aviones o desde las Torre Gemelas de Nueva York aquel 11 de septiembre de 2001, la inmensa mayoría contactó con sus seres queridos para decirles lo más esencial: "Soy yo, y te quiero". Así que piensa de nuevo si ahora, si este instante, fuera el último de tu vida y lo supieras. Qué harías. Qué dirías. A quién. Y hazlo. Solo hazlo."
 Carmen Amorga. Revista Mujerhoy.

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