domingo, 23 de junio de 2013

EGOCENTRICOS Y EGOISTAS VARIOS

Quizá haya sido siempre así, un mundo lleno de personas que creen que sus propias opiniones e intereses son más importantes que las de los demás, pero a día de hoy en estos lugares nuestros, el
egocentrismo es uno de los rasgos más evidentes y peligrosos de lo que hemos ido construyendo, de un desarrollo humanamente equivocado. 


Una persona egocéntrica, dicen los psicólogos, es aquella que no
puede “ponerse en los zapatos de los demás (quitándose primero los de él mismo)”. 

Y cree que todos deben buscar lo que él busca, porque lo que él ve, de alguna manera, excede lo que otros ven. 
¡Qué desastre! Es desastroso porque es idiota y genera un mundo de idiotas.
 Nadie ni lo de nadie es más importante que lo de los demás. Todos tenemos derecho a pelear por nuestros deseos, pero si vamos
pisando los deseos del prójimo, de nada valdrá conseguirlos. 


En esta vida vamos en el mismo barco, apenas lograríamos sobrevivir unos días sin los otros.
 Moriríamos de hambre, de inanición material y afectiva. 
Sin embargo, no nos damos cuenta. 

El ego hipertrófico nos hace actuar como héroes de pacotilla.
Lo mío es lo mejor, lo único, lo más importante; todos tienen que darse cuenta de eso. 

De manera que si el ego nos dicta esa sentencia trataremos a los otros como esclavos. 
Pero, amigos, los esclavos terminan rebelándose y el ego se queda herido y más solo que la una. 
Nadie es más que nadie. 
A veces, a unos les toca llevar la mayor responsabilidad en una actividad, en una circunstancia, y entonces los demás deberán
ponerse a disposición de ese, otras veces le tocará a otro.

 Solo asumiendo que la vida funciona así, que cada uno es importante en un momento o cosa diferente, podremos dejar el ego de lado y trabajar por un mundo mejor para todos. 
Los niños pequeños son egocéntricos porque no tienen todavía la suficiente habilidad mental para entender que otras personas puedan tener diferentes opiniones y creencias. 
Un adulto egocéntrico es una lacra social, un idiota.
(Paloma Pedrero, en La Razón, 5/XI/2011)

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