“Imagina que alguien cercano a ti, alguien a quien quieres,
ha caído al agua y ha perdido el sentido, está a punto de ahogarse. Tú eres la
única persona que lo estas viendo y te lanzas a rescatarle. Logras sujetarle y
mantenerte a flote, aunque pesa muchísimo y te duelen los brazos.
Nadie te oye gritar. El otro se ha despertado, pero no
piensa con claridad y lucha por liberarse, se revuelve contra ti, agita las
piernas y los brazos. Tú consigues retenerle, aunque ves que poco a poco la
fuerza del oleaje os va arrastrando hacia las rocas.
Sin dudarlo un instante, pones tu propio cuerpo entre las
rocas, y la persona a la que quieres; te llevas tú el golpe, lo recibís los
dos. Y luego otro, y otro. Y ya no dejas de hacerlo.
Sigues haciéndolo incluso cuando te quedas solo.
Se ha convertido en automático.
Ya puedes tener delante al amanecer mas bonito, ya pueden
venir barcos a ayudarte, que ni ves, ni oyes.”
Isabel Sartorius. Entrevista para Telva nº 875
Abrumador retrato de una persona que ha sentido en su propio
cuerpo el dolor de ver hundirse a un ser querido en el pozo de la adicción a la
droga.
Tratar de ayudarlo y no conseguirlo.
Sentimientos encontrados: ira, rabia, desesperación,
cansancio, desesperanza….
Una enfermedad tan grave así no se lleva solo la salud y la
vitalidad del adicto sino que arrastra por el barro a todos los que le quieren
y a su salud mental.
Es tan difícil salir de ese círculo vicioso que crean las
drogas que parece que el mundo que te rodea ha quedado en tinieblas para
siempre.
Hace falta coraje y mucha fuerza de voluntad para volver a
ver la luz del día.
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