Olor a tierra mojada:
Desde pequeñita este es uno de mis olores favoritos.
Me recuerda a mi infancia, los juegos con mi hermano y los amigos del barrio Los parámos.
¡Cuántas carreras para ponernos a cubierto por esa lluvia tan fresca, sana y revitalizante.
Siempre ha sido uno de mis mayores placeres inconfesables el caminar bajo la lluvia, empapándome a conciencia.
Ahora no tengo muchas oportunidades de oler ese aroma porque al vivir en la zona de levante la lluvia no es que sea muy abundante....pero claro tengo otros aromas exquisitos para soñar.
Olor a mandarina:
Este me traslada a las navidades añejas en casa de mis abuelos, rodeada de tíos, tías, primos y primas.
Al termino de las comilonas y cenas típicas de esa época siempre llegaba a la mesa la bandeja de los dulces, acompañada por enormes mandarinas.
Aún hoy al abrir una de ellas puedo sentir las risas y charlas de todos nosotros en aquellos viejos tiempos.
Olor a castañas asadas:
Estos pequeños frutos me recuerdan a mi madre en la antigua casa con la lumbre ardiendo y ellas esperándonos a mi y a mi hermano al llegar del colegio congelados y con los pies helados por estar pisando nieve.
Es sin lugar a dudas el olor del otoño e invierno en al valle de Campoo.
Algunas veces al pasar al lado de algún puesto callejero con castañas he recordado esos momentos entrañables con mi madre en su pequeña cocina.
Ya nada huele igual....
Dos perfumes:Mango y Anais Anais
Ambos me acompañaron en toda mi adolescencia y aún hoy las tengo bien grabadas en mi memoria.
Todavía guardo un bote de cada una de ellas para poder destaparlas de vez en cuando y viajar con la imaginación a esos años juveniles.
Olor a chocolate:
¡Ay! este si que es algo que me vuelve loca, el olor a chocolate recién hecho hace que mi cabeza se vuelva en dirección a su lugar de procedencia salga de donde salga.
Soy una golosa incorregible.
Y si ese chocolate va acompañado por un crujiente goffre no puedo decir no aunque me muera.
Noe.
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