Esta preciosa historia me llegó esta semana por e-mail y me maravilló.
Para todos los que tenemos mascotas, y para todos los que las han perdido en alguna ocasión.
Una moraleja que nos reconforta el alma.
"Siendo veterinario fui llamado para examinar a un
sabueso irlandés de 10 años de edad llamado Belker. Los dueños del
perro, Ron, su esposa Lisa y su pequeño Shane, estaban muy apegados a
Belker, y estaban esperando un milagro. Examiné a Belker y descubrí que
estaba muriendo de cáncer. Les dije a su familia que no podíamos hacer
ya nada por Belker, y me ofrecí para llevar a cabo el procedimiento de
eutanasia en su casa. Hicimos los arreglos necesarios, Ron y Lisa
dijeron que sería buena idea que el niño de 6 años, Shane observara el
suceso. Pensaron que Shane podría aprender algo de la experiencia.
Al
día siguiente, sentí la familiar sensación en mi garganta cuando Belker
fue rodeado por la familia. Shane se veía tranquilo, acariciaba al
perro por última vez, y yo me preguntaba si él comprendía lo que estaba
pasando. En unos cuantos minutos Belker se quedó dormido pacíficamente
para ya no despertar.
El pequeño niño pareció aceptar la
transición de Belker sin ninguna dificultad o confusión. Nos sentamos
todos por un momento preguntándonos el por qué del lamentable hecho de
que la vida de las mascotas sea mas corta que la de los humanos. Shane,
que había estado escuchando atentamente, dijo: "Yo sé por qué".
Sorprendidos,
todos nos giramos para mirarle. Lo que dijo a continuación me
maravilló, nunca he escuchado una explicación mas reconfortante que
ésta. Este momento cambio mi forma de ver la vida.
El dijo: ''La
gente viene al mundo para poder aprender como vivir una buena vida, como
amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad?''
''Bueno, como los perros ya saben cómo hacer todo eso, pues no tienen que quedarse tanto tiempo como nosotros.''
La moraleja es:
Si un perro fuera tu maestro, aprenderías cosas como:
Cuando tus seres queridos llegan a casa, siempre corre a saludarlos.
Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro éxtasis.
Toma siestas.
Estírate antes de levantarte.
Corre, brinca y juega a diario.
Mejora tu atención y deja que la gente te toque.
Evita morder cuando un simple gruñido sería suficiente.
En días cálidos, recuéstate sobre tu espalda en el pasto.
Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y recuéstate bajo la sombra de un árbol.
Cuando estés feliz, baila alrededor, y mueve todo tu cuerpo.
Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.
Sé leal.
Nunca pretendas ser algo que no eres.
Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.
Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazles sentir que estás ahí.
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