jueves, 6 de diciembre de 2012

INSULTOS PERVERSOS



"Científicamente se ha demostrado que son necesarios cinco cumplidos seguidos para borrar las
huellas perversas de un insulto. Los que tienen la manía de contradecir siempre al que está delante
no gozan de tiempo material para paliar el efecto perverso de su ánimo contradictor.
¿Cómo podemos aplicar en la vida cotidiana los resultados de este hallazgo experimental?
¿Cómo podemos coadyuvar a que la ciencia penetre en la cultura popular? Es evidente que los experimentos
efectuados sobre los méritos relativos del cumplido y de la anatema del contrario pueden
ayudar a mejorar la vida en común de la pareja. O, simplemente, a sacar las conclusiones pertinentes
que pongan fin a la ansiedad generada en el contexto de esa convivencia.
La primera conclusión que se desprende de los experimentos sobre los efectos de la contrariedad
provocada por el discurso agresivo se aplica a la pareja y a todas las demás situaciones que puedan
contemplarse como la vida en sociedad o la política. Antes de decirle a alguien: «Te equivocas
de cabo a rabo, como siempre», habría que pensárselo dos veces.
El efecto de la palabra desabrida es más perverso que la propia sucesión de hechos. El impacto
del lenguaje es sorprendentemente duradero. Es muy fácil constatar con los niños de tres o cuatro
años los efectos indelebles de aprehender una palabra por escrito, de captar su significado plasmado
mediante letras. Una actitud perversa la pueden imaginar con un dibujo sencillo —de un chimpancé
empujando a otro al río o de una persona soltando una piel de plátano en la baldosa que está
a punto de pisar un anciano—, pero en cuanto un niño ha aprendido a escribir «perverso» le quedará
grabada para siempre esa palabra. El poder de la palabra escrita en los humanos supera todo lo
imaginable. No me pregunten por qué.
Tal vez la palabra escrita —se empezó a practicar hace unos tres o cuatro mil años— comportaba
una dosis de compromiso que nunca tuvo la palabra hablada, aunque lo pretendía: «Te doy mi
palabra», se dice. Los acuerdos contractuales son de fiar cuando se explicitan mediante un texto
escrito y es recurriendo a su constancia cuando se pueden exigir comportamientos anticipados.
Lo que estamos descubriendo —ahora que científicos como el psicólogo Richard Wiseman se
adentran en ello— es lo que le pasa a la gente por dentro cuando se comporta de una manera determinada.
Más de un lector se preguntará, por supuesto: «¿Es posible que durante miles de años hayamos
prodigado menos cumplidos que acusaciones, sin saber que estábamos destruyendo la convivencia
de una pareja o de una sociedad?». Ahora resulta que, después de años investigando las
causas de la ruptura de una pareja, el porcentaje de las que desaparecen es mucho mayor cuando
uno de los miembros es extremadamente tacaño en los cumplidos, costándole horrores admitir:
«¡Qué razón tienes, amor mío!»."
Eduard PUNSET. «Hacen falta cinco cumplidos para resarcir un insulto» (26 octubre 2009)

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