martes, 13 de noviembre de 2012

LARVA



 LARVA DE GUSANO RACIONALISTA

"Esos indios de América del sur iban completamente desnudos, pero en cambio se cubrían la cabeza. Cuando nacía un niño le ponían una especie de casco, muy incomodo, hecho de corteza de árbol. Los hombres, las mujeres y los niños se cubrían la cabeza con ese casco de corteza desde la cuna hasta la tumba.
 Iban desnudos, pero nunca descubiertos. Dormían con el casco, hacían el amor con el casco puesto, se alegraban y se entristecían siempre con el casco en la cabeza.
 Era un casco sólido, parecido a los caballeros de la Edad Media. Y todo ello debido a que en esa región pulula un insecto cuya picadura, si es en los brazos, las piernas, los ojos o el pecho, no tiene ninguna consecuencia. 
Esta mosca tiene un agijón tan largo como una aguja de inyecciones. Pero si dicho insecto consigue picar la cabeza, su picadura es gravísima. Perfora la piel del cráneo. 
En el lugar de la picadura, y bajo la piel, se desarrolla una larva que taladra los huesos del cráneo. Dicha larva no manifiesta ningún interés por la piel o la carne del hombre. Busca sólo el cerebro. Se trata de una larva que sólo puede vivir en la materia gris del cerebro humano.
El cerebro humano es la más hermosa y más tierna entre todas las materias que existen en el universo; la más hermosa y la mas noble. Sólo en esa materia puede vivir la larva. Y ya que sólo puede vivir en el cerebro, se ha llamado la ‘larva racionalista’. 

Una vez en el cerebro, se multiplica con aterradora rapidez. Para ello sólo necesita una cosa: la materia gris del cerebro humano. eso es todo. Y se multiplica. Aparecen entonces centenares y miles de gusanos racionalistas. roen el cerebro humano por todas partes, por compartimentos.
El hombre a quien uno de esos gusanos ha penetrado en el cerebro pierde primeramente la alegría.

 Luego, la tristeza. y nunca más vuelve a estar alegre o triste. 
El gusano racionalista devora enseguida otro fragmento del cerebro: el hombre ya no tiene ninguna clase de ideales, ya no tiene ninguna clase de esperanza. 
Más tarde, el hombre que tiene este gusano en la cabeza pierde el sentido de la dirección. Todas las direcciones le parecen iguales. 
A su vez, la voluntad empieza a ser roída. todo lo que pueda ocurrirle le deja indiferente. No tiene frío, ni hambre, ni calor, ni sed. este hombre tiene una resistencia terrible. 
Puede vivir durante mucho tiempo entre los demás hombres. Pero vive como un objeto insensible. Y es el más obediente de los hombres. No tiene ninguna preferencia, y se le ordena que se eche al fuego, se tira al fuego.
 El gusano ha roído sus ilusiones e incluso su deseo de vivir". 

Los Sacrificados del Danubio. C.V. Gheorghiu. 

 

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