LA OSTRA Y LA PERLA
Una
ostra del fondo del mar abrió su concha de par en par para dejar entrar
el agua refrescante. Mientras pasaba el agua, las branquias recogían
alimento y lo enviaban al estómago.
De
pronto, pasó por allí un inmenso pez y de un coletazo levantó una nube
de arena. ¡Arena ! ¡ Qué poca gracia le hacía la arena a la ostra !. Era
tan áspera que le amargaba la vida y le producía gran incomodidad. ¡Qué
mal lo pasaba cada vez que entraba un poco de arena en su interior!.
La
ostra se apresuró a cerrar la concha de golpe, pero ya era tarde. Un
molesto granito de arena había logrado introducirse entre su cuerpo y la
concha.
¡Cómo fastidiaba a la ostra aquel granito de arena !
¡Cómo fastidiaba a la ostra aquel granito de arena !
Pero
casi al instante, unas glándulas con las que la sabia naturaleza la
había dotado se activaron y comenzaron a envolver el incómodo granito de
arena con una sustancia preciosa, suave, anacarada.
Año
tras año, la ostra añadía más capas de aquella sustancia al granito de
arena, hasta que terminó produciendo una hermosa perla reluciente, de
gran valor.
A veces nuestros problemas y defectos son en cierta forma como ese granito de arena. Nos irritan y no nos explicamos por qué los tenemos y por qué nos producen tanta molestia e incomodidad. Pero si somos conscientes del malestar y la irritación, dolor, rabia, pena o cualquier otra emoción o sentimiento que nos producen ya podemos empezar a caminar por la senda que conduce a su mejor manejo y solución.
A veces nuestros problemas y defectos son en cierta forma como ese granito de arena. Nos irritan y no nos explicamos por qué los tenemos y por qué nos producen tanta molestia e incomodidad. Pero si somos conscientes del malestar y la irritación, dolor, rabia, pena o cualquier otra emoción o sentimiento que nos producen ya podemos empezar a caminar por la senda que conduce a su mejor manejo y solución.
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