“O como aquella garrapata del árbol, para la cual la vida es
sólo una perpetua invernada. La pequeña y fea garrapata, que forma una bola con
su cuerpo de color gris plomizo para ofrecer al mundo exterior la menor
superficie posible; que hace su piel dura y lisa para no secretar nada, para no
transpirar ni una gota de sí misma. La garrapata, que se empequeñece para pasar
desapercibida, para que nadie la vea y la pise. La solitaria garrapata, que se
encoge y acurruca en el árbol, ciega, sorda y muda, y solo husmea, husmea
durante años y a kilómetros de distancia la sangre de los animales errantes,
que ella nunca podrá alcanzar con sus propias fuerzas.
Podría dejarse caer, podría dejarse caer al suelo del
bosque, arrastrarse unos milímetros con sus seis patitas minúsculas y dejarse
morir bajo las hojas, lo cual Dios sabe que no sería ninguna lástima. Pero la
garrapata, terca,obstinada y repugnante, permanece acurrucada, vive y espera.
Espera hasta que la casualidad más improbable le lleve la sangre en forma de un
animal directamente bajo su árbol. Sólo entonces abandona su posición, se deja
caer y se clava, perfora y muerde la carne ajena….”
“El perfume” Patrick Süskind
Descripción de una garrapata que nos hace sentir repugnancia
hacia ese tipo de inquilino que se adhiere a tu piel y te chupa hasta la
sangre.
Cuantas personas que conocéis se asemejan a estos crueles y
egoístas animales.
Cuantos se lucran del trabajo de otro, de su buena fe, de
sus buenos sentimientos y se clavan a sus espaldas hasta devorarlos por dentro.
Cuando estés vacio y no puedan sacar mas provecho de ti, se
marcharan a por otro inocente y tibio cuerpo que los acomode y los alimente, no
volverán siquiera su cabeza para ver en que estado de postración has
quedado,….no los interesas ya.
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